Nombre
dado a los fugitivos monárquicos que huyeron de Francia durante la
Revolución de 1789, la mayoría de los cuales eran aristócratas o
miembros del clero. Sus líderes fueron el conde de Provenza, quien
se convertiría en Luis XVIII, el conde de Artois, que posteriormente
llegaría a ser Carlos X (ambos eran hermanos del rey Luis XVI), y
Louis Joseph de Borbón, príncipe de Condé. Los émigrés
buscaron refugio primero en Alemania y Austria, y después en
Inglaterra y Rusia.
Este
grupo participó en conjuras y conspiraciones destinadas a restaurar
el poder absoluto de la monarquía antes de que tuviera lugar la
ejecución de Luis XVI. Tras su muerte, ocurrida en 1793, abogaron
por la implantación de la monarquía borbónica y juraron lealtad al
hijo de Luis, al que proclamaron rey bajo el nombre de Luis XVII. Al
fallecer éste en 1795, el conde de Provenza ocupó su lugar. Muchos
émigrés
lucharon en ejércitos enviados por las potencias europeas aliadas
para aplastar la Revolución Francesa. Parte de las fuerzas de
invasión encabezadas por el duque de Brunswick en 1792 estaban
formadas por émigrés.
Asimismo, otros tres mil participaron en un fracasado desembarco que
tuvo lugar en 1795 en Bretaña.
Todos
los terrenos que poseían en Francia fueron confiscados y empleados
como parte de la garantía de la emisión de un papel moneda conocido
como asignado. Sus familiares se vieron privados de sus derechos
civiles y muchos fueron guillotinados durante el Terror. Algunos
émigrés
regresaron a Francia durante el periodo napoleónico, mientras que
otros no pusieron fin a su exilio hasta que en 1814 se restauró la
monarquía borbónica.
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