|
Felipe V |
Elabora un cuadro en el que aparezcan las principales características de la personalidad de Felipe V.
Retrato de Felipe V realizado por Isabel Carlota de Baviera,
Princesa Palatina, segunda esposa de Felipe de Orleans, hermano de Luis XIV, y
madre del regente de Francia durante la minoridad de Luis XV.
“El rey de España es muy jorobado, y no tiene buen tipo,
pero es el más alto de sus hermanos; es el que tiene mejor aspecto, con
hermosos rasgos y lindos cabellos; y cosa singular, los cabellos de un rubio
hermoso; tiene los ojos muy negros; su color es blanco y rojizo; tiene la boca
austriaca, y una gruesa voz; habla con lentitud inaudita. Es un señor bueno y
pacífico, pero un poco testarudo en lo que se mete en la cabeza. Ama a su mujer
por encima de todo, le deja todas las preocupaciones y no se mete casi en nada.
Es devoto y creería condenarse si se acostase con otra mujer que no fuese la
suya. Sin la devoción, sería libertino, porque no puede estar sin mujer; por
esto ama a la suya tanto. Se deja conducir fácilmente; he aquí por qué la reina
no quiere perderlo de vista. Recibe como buena moneda todo lo que le dicen
aquellos cuyo trato tiene acostumbrado, sin pensar en otra cosa. El buen sire
tiene mucha necesidad de estar rodeado de personas capaces, pues su natural
ingenio no le llevaría muy lejos; pero tiene buen corazón y es el mejor hombre
del mundo. Tiene tendencia a la melancolía y no hay nada en España que pueda
alegrarle.
Para dirigir la palabra a la gente precisa que la
conozca bien. Si queréis que os hable es preciso pincharle y atormentarle un
poco; de otro modo, no abre la boca…”
Retrato de Felipe V realizado por Louis de Rouvroy, duque de
Saint-Simon.
“El rey de España posee un gran sentido de la rectitud, un
gran fondo de equidad, es muy religioso, tiene un gran miedo al diablo, carece
de vicios y no los permite en los que le rodean.
Buen padre, demasiado buen marido, muy reservado, parece que
no ha olvidado la sangre y el país de donde procede, sin que esto sirva para
gran cosa. De ordinario dócil y complaciente, aunque naturalmente testarudo,
con frecuencia en exceso, a veces sin motivo alguno. Desconfiado de sí mismo y
de los demás, lo que le hace silencioso, perplejo hasta la inconveniencia,
aunque nunca dice nada impertinente y aun habla, con bastante frecuencia, justa
y dignamente; pero su actitud, la dificultad en decidirse a pronunciar dos
palabras, y el exceso de timidez y de embarazo, que llega a un límite
incomprensible, desfigura con frecuencia lo que dice, excepto en las audiencias
y ceremonias solemnes, en las que habla y se mantiene, con una majestad y
decoro que sorprende, tanto más cuanto distan tanto de lo ordinario.
El abuso que continuamente se ha hecho de su nombre y de su
autoridad en toda clase de actos, que sus cualidades de carácter le daban un
aire de usurpación muy pronto reconocida por él, le ha vuelto tan aprensivo de
caer en la misma dependencia, que ahora desconfía de todo y queriendo obrar por
sí mismo, nada se hace sino con dificultades y retrasos y arrastran nada menos
que a la destrucción de la monarquía. Duro para los demás, sin exceptuar a los
que ha parecido tener más afecto, incluso sus mujeres, teme mucho las
enfermedades y sobre todo la muerte. Tiene un cuidado excesivo de su salud, de
la que es esclavo, sin seguir sin embargo la opinión de los médicos que más
estima y a un ejercicio corporal y moderado ha sucedido en él un reposo casi
continuo”.